Me empecé a interesar en estos asuntos de una forma muy inusual. Laboré varios años haciendo trabajo de campo entre estadounidenses involucrados en la religión que se ha llamado la "Nueva Era." En el curso de mi trabajo me di cuenta de la crítica que se hace a grupos como los de la Nueva Era en relación a que están robando prácticas y creencias religiosas de grupos indígenas. Me pareció algo interesante porque en el caso de la repatriación de objetos físicos se trata de algo que sólo puede estar en un lugar. Cuando Guatemala o México demandan que un artefacto tomado de un sitio arqueológico maya sea repatriado, se trata de una pieza de propiedad física que sólo una persona o entidad puede poseer. Cuando se trata de información, esta puede estar en múltiples lugares al mismo tiempo. Así que cuando el movimiento hacia la repatriación de propiedad cultural empieza a tomar a demandar la repatriación de la información, surgen otras cuestiones fascinantes. ¿Qué implica repatriar algo que de hecho existe en múltiples sitios simultáneamente? ¿Cuáles son las implicaciones morales y legales de los intercambios interculturales? ¿Cuál es el verdadero significado cuando un grupo de norteamericanos de clase media se involucra en rituales chamanes inspirados o aprendidos de un chaman tzotzil? Esto nos lleva a numerosas preguntas interesantes sobre la globalización, la naturaleza de la cultura en general, la precariedad en que se encuentran los pueblos indígenas en muchas partes del mundo y la medida en que poseen su propio conocimiento.
┬┐Los derechos de quien?
Este debate se está dando en un momento en que las economías están cambiando de un énfasis en la producción y consumo de bienes, a un énfasis en la producción y consumo de información. El triunfo del capitalismo ha llevado a una situación en la cual las corporaciones transnacionales están esencialmente excavando en varias partes del mundo en búsqueda de información. Puede ser información genética--literalmente podría ser la búsqueda de secuencias genéticas de poblaciones humanas aisladas que podrían incluir códigos de proteínas útiles para la medicina. Puede ser excavando en el mundo de la etnofarmacología--hay plantas nativas potencialmente útiles que se podrían comercializar. Puede ser explorando el conocimiento ecológico de los pueblos nativos. Puede ser utilizando o apropiándose de tradiciones musicales que pueden ser grabados o comercializados por los grandes corporaciones.
Al mismo tiempo que el movimiento por los derechos indígenas está emergiendo en la escena mundial, existe una especie de desarrollo paralelo en el sistema económico mundial hacia el interés por una acumulación agresiva de conocimiento. Estos dos entramados paralelos se han tejido y han surgido como un reclamo a favor de la protección del conocimiento nativo o en algunos casos inclusive de su repatriación.
Esto implica muchas cosas. Una de ellas es la cuestión de la libre expresión y la libertad de información. Los académicos y personas de todo tipo dependen de la disponibilidad de ciertas clases de información que pueden ser tomadas del dominio público. Estas demandas de protección o repatriación del conocimiento indígena generan preguntas sobre cuánta de esta información quedará disponible y qué tipo de regímenes legales pueden inventarse y luego implementarse en el ámbito mundial para evitar la explotación del conocimiento indígena. Todo esto se vuelve inclusive más complicado por el hecho de que existen dos vertientes de las demandas indígenas. Una de ellas es la demanda de justicia económica. Otra serie de demandas aún más difícil de resolver se relaciona con los derechos a la privacidad cultural.
┬┐Puede haber justicia econ├│mica?
Déjame regresar al asunto de la justicia económica. Uno lee con frecuencia argumentos atractivos referentes a que la población indígena que ayuda a los buscadores de nuevas medicinas en la identificación de productos comerciales potenciales, debería también recibir parte de las ganancias del proceso de desarrollo de estas medicinas. Por otro lado, un porcentaje infinitamente pequeño de medicinas potencialmente interesantes llega al mercado. Existe un gran costo al iniciar el proceso, el cual lleva muchos años--al menos una década--desde el "descubrimiento" de las medicinas hasta su aprobación en el FDA y su distribución a pacientes y doctores. Así que las compañías farmacéuticas están trabajando en un marco temporal realmente vasto y que involucra grandes gastos desde el comienzo.
Otro asunto es que la distribución de las plantas abarca con frecuencia varias miles de millas cuadradas. Así que no está totalmente claro, porque los residentes del Pueblo A deberían beneficiarse de la comercialización de un producto cuando la misma planta ha sido utilizada tal vez desde el sur de México hasta Colombia. Y también está el asunto del tipo de marco administrativo que se requeriría. Tal vez estemos hablando de media docena de Estado-nacionales diferentes, cada uno con un proceso administrativo distinto. Inclusive si una compañía farmacéutica llegara a un acuerdo legal y justo con cada uno de estos países, la probabilidad de que las ganancias llegarán a las comunidades de base es muy pequeña.
También hay varios problemas logísticos que hacen esto todavía más complicado. No se puede simplificar fácilmente al decir, "Sí, deberíamos de pagarle al chamán por su conocimiento." No se puede reducir fácilmente a consignas. Requiere mucho tiempo y una enorme dedicación de todas las partes involucradas. Así que yo veo espacio para un optimismo cauto, pero va a tomar mucho tiempo.
Privacidad cultural: un ejemplo hopi
El otro frente se refiere a la cuestión de la privacidad cultural. Este es un asunto más complicado ya que la cuestión de la privacidad cultural, o de guardar secretos, no tiene mucha relación con nuestra sociedad, especialmente en los Estados Unidos donde, en teoría, estamos comprometidos con la apertura y el libre cambio y expresión de las ideas. La tribu hopi de Arizona ha compartido su territorio en contra de su voluntad con misioneros durante al menos cien años. Y algunos de estos visitantes, incluyendo al misionero menonita H.R. Voth, tomaron fotos de rituales sagrados--y en ocasiones secretos--de los hopis. Ahora los hopis dicen que en muchos casos Voth llevaba a los fotógrafos contra la voluntad de la comunidad--y creo que tienen toda la razón al creer que esto es verdad. Estas fotografías están ahora archivadas en varios lugares. Se han reproducido en cientos de libros y monografías. Los hopi han insistido que estas fotografías son su propiedad cultural, que dicha propiedad cultural fue tomada sin su consentimiento y que estas fotografías deberían ser repatriadas para hacer de ellas lo que consideren conveniente, ya sea almacenarlas o inclusive, posiblemente, destruirlas.
Por un lado, creo que cualquiera puede simpatizar con el enojo que sienten los hopi. Sienten que estas fotografías están marcadas éticamente por las circunstancias coloniales en que se obtuvieron. Les molesta de sobremanera cuando se les enseña estas fotos a los niños hopi, que no han sido iniciados y se supone que no debieran tener acceso a cierto tipo de información cultural. Sienten que esto debilita la integridad fundamental de su visión religiosa. Hay un fuerte argumento moral que puede esgrimirse contra estos fotógrafos. Pero las preguntas de qué es sospechoso ética o moralmente y qué es legalmente posible son diferentes.
No hay forma de que dichas fotografías, que han estado en circulación por casi un siglo, salgan de circulación en un mundo donde [para hacer copias] sólo se requiere un scanner electrónico o una computadora. Inclusive si se devolvieran las originales a los hopi, las destruyeran, las escondieran o pusieran en cuarentena, estas fotografías van a estar en circulación indefinidamente, para siempre. Así que la pregunta es, ¿Va a ser efectiva la política de repatriar las fotografías, destruirlas o esconderlas? ¿Cuál es el costo social relacionado con tomar y esconder algo que ha sido del dominio público? ¿Qué hay de la libertad de información en general? ¿Podrá esta política, que tal vez de todas formas no funcione, tener los efectos previstos que reducirían el acceso del público en general a la información de otras esferas?
Esto es lo difícil de trabajar con grupos como los hopi. Obviamente están defendiendo los intereses particulares de su propia tribu, de manera correcta. Pero creo que todo ciudadano pensante que observe la demanda debe sopesar lo atrativo de su reclamo frente a otro tipo de intereses. Esta es la razón por la cual este asunto particular de la difusión contra los secretos--del dominio público contra la información culturalmente sensible--generan una serie de cuestiones difíciles, que los archivistas y administradores de los recursos locales tienen que resolver en todo el mundo.
Soluciones
¿Cómo podemos encontrar un equilibrio entre los reclamos [como los de los hopi] contra los intereses cívicos de apertura y libre intercambio de ideas? ¿Cuáles son las implicaciones de reducir este flujo libre de ideas? ¿Cómo se relaciona esto con el futuro de la academia? Hay muchos casos en que la academia ha dado vida a las tradiciones utilizando referencias a trabajos escritos por historiadores y antropólogos. Estos trabajos han servido al útil propósito de la etnogénesis indígena y la reconstrucción nativa. Ahora, cuando los voceros de estos grupos hablan dicen, "Bueno, gracias por mantener esta información para nosotros, pero la queremos devuelta ya o queremos que se destruya." Creo que todo el mundo desea al menos decir, "Platiquemos sobre esto un poco más."
Otra forma de ver esto es, que estos grupos simplemente desean ser considerados con seriedad y desean participar en la discusión sobre el uso de esta información. Algunas veces lo que tenemos que hacer es retroceder en nuestra discusión sobre derechos--"Tengo el derecho humano fundamental de controlar el conocimiento de mi pueblo"--y decir, "Hay varios derechos que están en conflicto, así que mejor trabajemos en un acuerdo pragmático que implique un compromiso." Las pláticas sobre derechos tienden a terminar en conversaciones. Si dices, "Tengo el derecho de hacer esto," eso no quiere decir que estés argumentando el por qué lo tienes que hacer. Sólo estás diciendo "Este es mi derecho. Tengo que ejercerlo. Quítate de mi camino." Tenemos que sentarnos y hablar sobre la mejor manera posible de conseguir nuestras metas respectivas sin tener que ceder demasiado. Eso es lo que está sucediendo en los archivos, bibliotecas y museos de todo el mundo. Los archivistas discretamente limitan el acceso a la información sensible por respeto a la sensibilidad de la población a la que se refiere dicha información. Así que hay un tipo de medida de resguardo que dice: "Antes de que vengas y uses esta información, quiero estar seguro de que tienes en el corazón el interés por el grupo fuente de este conocimiento, que entiendes lo que realmente está en juego aquí, y que tomas en cuenta estas preocupaciones. Y una vez satisfechas estas condiciones, yo estoy dispuesto a darte acceso a este tipo de material."